Por. Alan Hernández
Parecía imposible pensar en El Cuervo sin la estética gótica de la novela gráfica de James O´Barr de finales de los 80, sus sucesoras y sin el puñado de cintas que acontecieron desde 1994 (en la que murió Brandon Lee) hasta la del 2005, pero bastaba con que llegara el 2024 para presenciar una versión que dista de todo lo visto anteriormente y no en el mejor de los sentidos.
En esta versión, Bill Skarsgard es el encargado de volver a dar vida a Eric Draven y la cantante FKA Twigs, interpreta a Shelly Webster; su inicio lentisimo, es posiblemente el primero de los grandes errores de esta cinta, pues sin trascendencia alguna se conoce a un Draven infantil, quien termina en un centro de rehabilitación, junto con la que más tarde se convertirá en su novia, escapan, se juntan y al paso de un tiempo muy poco claro, se aman a morir.
Finalmente, el pasado tormentoso de Webster alcanza a la joven pareja, quienes mueren a manos de lo que parece ser una secta y tras 40 tediosos minutos, finalmente mueren los dos y se presenta un Cuervo, quien al parecer su amor no es tan puro y su sed de venganza tampoco tan grande, pues necesita razones para comprender su regreso a la vida como un no muerto.
La cinta se trató como “una versión más cruda y realista”, pero no tiene ni una ni otra, solo es más agresiva, pues hay secuencias sangrientas como la de la Ópera, la cual a pesar de no ser mala, muestra que un par de asesinatos, movimientos de acción y llevar al límite la no mortalidad de Draven, son la única salvación para relevar al espectador de lo acontecido en la pantalla.
De igual forma, el filme pretende mostrar una trama más compleja, presentando a Vincent Roeg, un mafioso que ha hecho un “pacto con el diablo”, como el villano de la historia, el artífice de la muerte de la pareja y de otros jóvenes en la cinta, sin embargo, nunca se explota esta subtrama que genera preguntas a las que nunca responden.
Al final de todo, deja un sabor amargo y hasta ácido en cuanto a todos los aspectos, pues al ser un remake es imposible salir de la sombra de una película tan comentada y que ha reunido fans de diferentes generaciones.
Pero hay una tenue luz entre tanta oscuridad: el soundtrack; para O'Barr la música siempre fue importante, se puede leer en sus viñetas con diálogos que son letras de canciones de bandas como Joy Division, la cinta del 94 inmortalizó Burn de The Cure y Big Empty de los Stone Temple Pilots, entre otras y, la cinta del 2024 no quiso romper con ello, pues incluyó Disorder de Joy Division, Thin Flesh de Traitrs, M.E. de Gary Numan y algunas canciones más que salen de los lugares comunes de la actualidad.
El Cuervo de 2024 es un ejemplo de lo que ningún remake debería ser; tratar de incidir y hasta cambiar un legado sin poder igualarlo y ya ni hablar de superarlo.reafirmando que “el amor verdadero dura para siempre”, porque lo que aquí vimos, no lo es.
'El Cuervo': Un Remake de venganza fallida